domingo, 15 de julio de 2007

COMO VISITAR LA CASA DE EDGARD GUILLEN...


No es cosa de llegar desprevenido. Salvo el de quedarse asombrado para siempre, no reviste peligro real visitar a Edgard Guillén. Pero sépase que lo que allí sucede es la representación a corta distancia de una cabal y fuerte obra de teatro. En la sala de su casa, una sala más bien pequeña donde se alinean contra las paredes unas quince sillas, hay mesitas, lámpara, araña que cuelgan del cielorraso, cuadros, es una sala normal de Pueblo Libre. Al centro, una alfombra. El público se acerca a la puerta de calle, lo hacen pasar muy amablemente, se sienta y espera. Desde hace años Édgard Guillén viene presentando su propia adaptación del Fausto. La poesía de Goethe está allí, sobre esa alfombra, pese a que solo aparecen tres personajes: Fausto, Mefistófeles y Margarita, todos ellos representados por Guillén. No valerse de ningún otro actor es su forma de hacer teatro. Y hacerlo en su casa obedece a muchas razones, algunas prácticas, otras artísticas, otras de temperamento. ¿Es que a algún hombre de teatro no le gustaría llenar teatros con cientos de espectadores? Por supuesto, y Edgard sabe hacerlo y lo ha hecho durante toda su carrera. Solo que ya no quiere. Ya estamos viejos, al fin y al cabo, y el arte se va refinando con el paso del tiempo y lo que durante la juventud interesaba sigue interesando en la vejez, pero ya no tanto como para romperse el alma por lograrlo. Hacer un montaje en un teatro es ahora, para Édgard, un esfuerzo sin recompensa. Su camino artístico lo ha dirigido hacia la especificidad, la precisión, la sutileza y hacia el contacto cara a cara con el público, mientras él solito le actúa una historia completa. Y así sucede, ahí aparecen Fausto y Margarita, a medio metro de nuestros ojos. Jamás la ficción estuvo tan cerca de la realidad.


Edgard me confiesa que su tolerancia de las necedades de la gente ha disminuido bastante. La mía también. Se ha peleado con teatros importantes, largándoles sus temporadas. Se ha echado encima periódicos principales, desterrando a insolentes reporteros, cancelando entrevistas, negándose a contestar encuestas. Para un artista de reconocida talla mundial no es fácil lidiar con las partes más mediocres de nuestro ambiente. Édgard ha optado por hacer teatro en su casa de Paso de los Andes, porque allí se encuentra lejos del acoso de los malos y de los obtusos. Edgard Guillén prepara un espectáculo con extremo cuidado durante un año y luego abre su puerta para que entre el público. No cobra entrada. Después de la función sostiene un diálogo. Me cuenta Édgard que esta es la parte que más le interesa, y la que más le revela verdades, y la que lo acompaña en el recuerdo perenne. Luego de este diálogo, Guillén pasa el sombrero. Lo que aparezca en ese sombrero alimentará a Edgard y a Oso, su bello perro. En fin, ya está usted preparado para hacer la experiencia. Ahora. vaya.


Alonso Alegria
Diario Peru 21

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